De Villar del Río a Arenys de Mar



(Tribuna Abierta ABC 16/09/2013)


Vivimos en una coyuntura política y social demasiado agria, avinagrada. Se percibe en la calle, en el Twitter, a través de esos telepredicadores de saetas que inundan las tertulias de nuestras radios y teles, en la mayoría de nuestros políticos. La situación económica no ayuda y resulta fácil diagnosticar un estado ciudadano de nula o mala copulación… con la ilusión. Es por eso que hoy escribiré sobre la necesidad de reforzar, o incluso abrir , una nueva vía política: la vía de la ilusión , de la buena, no de la ilusa.

Con ilusión se construyen muchas cosas. Incluso la pasada Vía Catalana a la que tuve el placer de asistir con dudas y algún motivo. La ilusión es muy difícil de combatir, no entiende de peajes. Se equivocará quién lo quiera hacer desde el frontismo.Quién no se acuerda de el oficial británico interpretado por Alec Guiness en la magistral El Puente sobre el río Kwai y que al mando de tropas prisioneras en un campamento japonés durante la II Guerra Mundial acaba por construir un puente a los japoneses. Nunca sabremos, a pesar de que yo me decanto por la segunda teoría, un poco pesimista, si el británico construye el puente para levantar la moral de sus hombres, o por su ego desorbitado y sus delirios de grandeza, pero el hecho incontestable es que se acaba construyendo un magnífico puente. Que acaba destruido, es verdad. O quien no recuerda con cariño a los magníficos ciudadanos de Villar de Río encabezados por el gran Pepe Isbert , su alcalde, a quienes Berlanga y Bardem dieron vida en la magistral Bienvenido Mr Marshall . Capaces de transformar sus vidas y de paso el pueblo en espera de los americanos. Que todo sea dicho pasaron de largo pero ellos nunca más volvieron a ser los mismos amodorrados ciudadanos. Construyeron, avanzaron. La película arrolló en público, premios y crítica . Y sirvió para lanzar a una tonadillera de éxito.

La ilusión es un activo fundamental en política. Con ella se construye. Simplemente hay que canalizarla colectivamente hacia la no frustración. Con acompañamiento y liderazgo político. Abriendo la vía que propongo: incorporando definitivamente a una nueva generación, sin mochilas del pasado. Duele observar como se arrastran políticos de larga andadura, que lo han sido todo, que han aspirado a todo, taponando la ilusión de esa nueva savia que reclama vía. Políticos que reclaman en estertor la hora de la política, hasta ahora debíamos de estar jugando al scalextric, cuando lo que la calle les señala es que ya no es su hora en la política. Por eso reclamo la vía ilusión: la vía de la regeneración política, la de abrir realmente las barreras a una nueva manera de hacer política. Tal vez sea esta la primera y urgente vía que abrir.
Me alegra que la Vía Catalana haya sido un éxito porque en el fondo ha sido una enorme lección de humildad lanzada desde la sociedad civil hacia unos partidos políticos anclados en el S XIX , grises, feos, con agrias barbas, poco empáticos y que no invitan a compartir lecho. Valoro el giro empático de los organizadores de la Vía catalana, especialmente el de Omnium Cultural, pero sigo pensando que el llamado proceso catalán necesita de una cierta maduración y de otros jóvenes y no contaminados liderazgos que hagan que el puente no acabe destruido y que los americanos no pasen de largo después de tan gran esfuerzo colectivo.



Jordi del Río es periodista. 



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