On time



Puede que se trate de una obsesión mía influida en parte por la bienvenida gota malaya de la reforma horariasensatamente impulsada entre nosotros por Fabián Mohedano.  Puede que incluso haya influido el recién estrenado horario de invierno. O tal vez  que soy el atribulado y desubicado padre de una preadolescente a la que por lo visto y oído suelo “rallar” cuando le subrayo alguna obligación. El caso es que ando obsesionado con eso de poner en hora nuestros relojes biológicos y psicológicos.  Y materiales, porque hasta en eso parece que haya que ponerse on time, desterrando viejos relojes de pulsera apostando por unos postmodernos cacharros que te pueden dar la hora al compás de las canciones de Pimpinela al mismo tiempo que te indican donde está el desfibrilador más próximo.  Aplicación esta última necesaria por si finalmente  te das cuenta de lo que te ha costado la tontería.

En paralelo, observo en clave política estos últimos días la imperiosa necesidad de algunos de actualizarse, de “ponerse en hora”. Pedro Sánchez, permítaseme la licencia de rebautizarlo como Diego Sánchez por aquello de donde dije digo, digo Diegoacaba de rectificar y nos ha anunciado que ya no está entre sus prioridades como posible presidente del gobierno el derogar la reforma laboral. Rectificar es de sabios, siempre que no se piense que la gente es tonta. Creo que actualmente no hay nada que penalice más el electorado que la percepción del engaño. Muy antiguo, tanto como proponer algo tan sensato como introducir la lucha contra la corrupción en las aulas desde el electoralismo más desvergonzado. ¿Se imaginan a Sánchez proponiendo una prueba piloto de esa iniciativa en Andalucía? También en credibilidad tienen que ponerse on time nuestros políticos.

Y en humanismo. En determinados partidos políticos las deprimentes luchas cainitas, casi violentas, por la obtención de un puesto en una lista electoral se convierten en la práctica en el elemento más “pedagógico” a comunicar. Como deprimente resulta observar los silencios de algunos guardianes de las esencias con esas prácticas. En ese sentido,  el vodevilesco caso de la lista de Carmen Chacón en el PSC daría para una tesis doctoral sobre hasta donde un partido político puede llegar a fomentar la anti política. Y de manera global, ya sea desde Miami, Madrid o Barcelona. Y solo por la supervivencia de tres. O de cuatro, es decir, de alguno de los cuatro diputados que deben tener previsto sacar por Barcelona sobre todo si tenemos en cuenta que quien va en esa posición se llama José Zaragoza. ¡Si Joan Reventós levantase la cabeza! O se actualizan aparcando esas prácticas masoveres, dexplotación de una propiedad que no es de un clan sino de todo un colectivo, o el poco electorado que les queda será el encargado de ponerles ontime. O a cero. 

Y lo mismo vale para Convergencia. Me consta que tienen un excelente y joven capital humano para empezar a regenerarse. Pero se han de atrever a dar el paso, a  soltar lastre. No solo por ellos, sobre todo por una Catalunya que necesita urgentemente actualizar la hora,  empezar a construir ya, sin demoras, un nuevo país.

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